La autoestima en el mundo real
Cabe considerar, que la autoestima es un elemento importante dentro del desarrollo del ser humano, ya que ésta es como una cinta de medición, es decir, de acuerdo al sentimiento que el ser presente, así será su competencia dentro de la sociedad actual. No sin pasión puede alguien sincerarse con el mundo, cuando arrastrado por la memoria, es involucrado con lo que este le proporciona. La culpabilidad que nace en nosotros es difícil de digerir, sino fuese por el entendimiento de que una mente sana debe de estar necesariamente libre de toda culpa. Todo parece ser un gran desafío para nuestra minúscula mente, cuando nos enfrentamos a lo que creemos que es la realidad, pero si se piensa profundamente en ella, se ve que lo que creemos como real, tan sólo es aquello que nosotros mismos hemos creado con nuestra imaginación y con nuestro ego. Esas realidades ficticias que el paso del tiempo siempre va cambiando por su falta de verdad.
Se debe tener presente que, la autoestima no puede ir acompañada de miedo y éste no puede cohabitar con el amor hacia la especie humana; en todas las especies deben de existir leyes inmutables y eternas, que dignifiquen a su congéneres. No cabe duda que estas leyes, costumbres, naciones y todo aquello que lleve hacia la competitividad, y son motivo de divisiones, enfrentamientos y poder, no debe ser una ley universal, eterna y natural en nuestra especie. El no sufrir más, es toda una mentira. La verdad sólo está dentro de cada uno de nosotros mismo, y la puerta que da acceso a ella: el amor a nuestra propia especie, a nuestros hermanos.
La autoestima en el capitalismo
Cuando se habla se habla de autoestima capitalista, lo interpretamos tal como se entiende en la sociedad norteamericana, donde, con fundamentos psicoanalíticos, se rinde culto al ego y se admite en gran medida el narcisismo (incluso se habla de narcisismo saludable), éste concepto ha sido criticado desde diferentes campos, y especialmente por figuras como el Dalái Lama, Carl Rogers, Paul Tillich y Alfred Korzybski.
Según el filosófico estadounidense Albert Ellis, quien ha calificado la filosofía de la autoestima capitalista como un elemento esencial auto – frustrante y destructiva en última instancia. La considera como la propensión y tendencia del ser humano hacia el ego es innata. La filosofía de la autoestima capitalista aparece en un análisis definitivo como irreal, ilógica y destructiva para el individuo y para la sociedad, proporcionando más daño que beneficio.
También éste investigador cuestiona los fundamentos y la utilidad de la fuerza del ego, y afirma que la autoestima capitalista está basada en premisas definitorias arbitrarias, y sobre un pensamiento sobre – generalizado, perfeccionista y ostentoso. Admite que la consideración y valoración de los comportamientos y características son funcionales e incluso necesarios, pero ve la consideración y valoración de la totalidad de los seres humanos y la totalidad de uno mismo como irracionales, antiéticas y absolutistas.
Para concluir, define como la alternativa más saludable, la auto aceptación y aceptación de los demás de forma incondicional. Utiliza una psicoterapia denominada Rational Emotive Behavior Therapy (terapia de comportamiento emotivo racional).
Cabe considerar entonces que el capitalismo está basado en el individualismo y la competición. Postula que el altruismo nos envilece, Sigmund Freud identifica el amor con el narcisismo, y Nathaniel Branden considera el egoísmo como algo que puede ser saludable. Según Branden, el egoísmo entendido como un sentimiento noble es algo positivo, ya que constituye la chispa que hace que la gente mejore su autoestima; es decir, bajo esta concepción la autoestima equivale al propio ego. Sin embargo, las sociedades y la justicia están lejos de ser perfectas; no todos son nobles, no todos tratan de mejorarse a sí mismos sin degradar a los demás; en pocas palabras, no todo el mundo consigue al mismo tiempo éxito y autoestima positiva, con lo cual el resultado en la práctica es injusticia social. Es decir, existe gente muy rica y gente muy pobre, y los ricos no se preocupan de los pobres, o incluso tratan de evitar en su propio beneficio que estos suban en la escala social, al tiempo que los pobres sienten envidia de los ricos y consideran el sistema injusto.
Desde el punto de vista humanista, encontramos tanto a ricos como a pobres con baja autoestima. Según Lenin, la fase de acumulación capitalista lleva de forma inherente un tipo de fascismo que adopta como ideología la defensa del mundo libre, la cultura occidental, y el hemisferio, es decir, el mantenimiento del sistema capitalista mundial. Durante la niñez, el grado de respeto, amor, reconocimiento y, en definitiva, educación emocional que se recibe, va influyendo sobre la autoestima, aunque, no obstante, las elecciones y decisiones propias del niño son un factor crítico en cuanto a la autoestima que éste cosecha en su camino hacia la vida adulta. No somos, por lo tanto, meros depositarios de las opiniones ajenas. Del mismo modo, también depende de los adultos el desarrollo de su autoestima independientemente del pasado que hayan podido tener. Es decir, nadie puede pensar por otro, o imponerle la fe y el amor propio. Una persona puede recibir amor de todos los que la rodean y seguir sin amarse a sí misma, puede ser admirada y no encontrar sus valores, puede aparentar seguridad y sentir inseguridad, satisfacer las expectativas de los demás y no las propias, tener éxito y no reconocerlo.
La autoestima en el comunismo
En este aspecto, cabe señalar que el autoestima en el comunismo se sostiene en la ideología (en cuanto conjunto de ideas organizadas y coordinadas le presenta el régimen gobernante) es decir, toma estas concepciones como el contenido, la forma y la justificación que subyace en los fundamentos de las diferentes súper estructuras de la sociedad comunista (el orden jurídico, la política, la educación, la cultura, la ética, la fe o sentido de espiritualidad, el Estado y el estamento militar). La autoestima comunista se gesta sobre la ideología y desarrolla al calor del desarrollo de las relaciones de producción: al calor de la forma en que los seres humanos se relacionan para producir y cubrir sus propias necesidades.
Desde este punto de vista se puede decir que la autoestima comunista ejerce toda su influencia, a través de las superestructuras, las cuales relaciona y justifica constantemente en una esperanza que no termina de llegar, y reproduce constantemente volviéndose dominantes de la sociedad. La ideología comunista es dominante, convive con otras ideologías como las relaciones de producción dominantes, conviven con otros tipos de relaciones de producción, así como se sostiene en un suelo lleno de ilusiones fantasiosas y sin sustento de lo que ofrece. En este, la autoestima se conserva con la esperanza de unas relaciones de producción que, para un momento histórico, sean más eficientes en la producción e intercambio de productos necesarios entre y para los seres humanos, de acuerdo al desarrollo de las fuerzas productivas y de los sistemas de transporte de productos, convirtiéndose en un autoestima dominado en un mundo dominante, bajo las relaciones del autoestima comunista se reproduce la ideología comunista.
En la fase de transición del autoestima comunista, se encuentra en el camino del cambio las relaciones de producción capitalistas a las comunistas (el socialismo) la ideología dominante será la que gane más terreno y sea dominante en el campo productivo: a saber, en las relaciones de producción que más se apliquen en la esperanza de un pueblo que con un autoestima lleno de satisfacciones por algunas acciones positivas para él, pero que es negativa para aquellos que poseen baja autoestima (capitalistas u opositores a regímenes comunistas) se mantienen con una autoestima alto.
Por otro lado, el comunismo está basado en la comunidad y la colaboración. Teóricamente es un sistema puramente altruista basado en el amor bajo la concepción de “amar es encontrar en la felicidad de otro, tú propia felicidad”, y, según está basado en la promoción de la honra, pero no entendida como un sentimiento individual, sinónimo de honor, sino como valoración de lo colectivo, el impulso de la autoestima y la ruptura de la sumisión a intereses oligárquicos. En este caso, el egoísmo se manifiesta como un sentimiento colectivo compartido por todos los miembros: uno desea lo mejor a los demás, y los demás desean lo mejor a uno. La autoestima mejora cuando la comunidad en conjunto funciona, y especialmente cuando esta avanza. Uno se siente en armonía consigo mismo como parte importante del grupo, con el grupo como entidad, y con la naturaleza. Pero, como sucede con el capitalismo, la imperfección de la sociedad y la justicia lleva fácilmente a efectos indeseados.
Algunas personas pueden no seguir las reglas, y la ausencia absoluta de competición en la sociedad puede hacer que algunas personas egoístas acumulen una increíble cantidad de poder, o incluso que una sola persona se haga con el control total de un país. Eso es lo que se conoce como dictadura comunista, a menudo justificada como necesidad coyuntural. La autoestima, desde el punto de vista humanista, es, en este caso, baja para el líder narcisista y baja para los trabajadores oprimidos, que ni siquiera tienen la posibilidad de sentirse responsables del grupo.
Desde el punto de vista opuesto, el capitalismo, considera que las razones del fracaso del comunismo son: el colectivismo y la represión al ego, el altruismo universal abstracto contra el altruismo selectivo espontáneo, la desaparición de los estímulos materiales como recompensa a los esfuerzos, la falsa solidaridad colectiva y el debilitamiento del bien común, la ruptura de los lazos familiares, las instituciones estatutarias, el paso del ciudadano indefenso al ciudadano parásito, el miedo como elemento de coacción y la mentira como su consecuencia, la desaparición de la tensión competitiva, y la necesidad de libertad.
La autoestima en el socialismo
El socialismo, sistema ideal para Albert Einstein, tiene individualismo y competición, comunidad y colaboración. Es un sistema práctico. El individualismo y la competición son menores que en el capitalismo, y el sentido de comunidad y colaboración son menores que en el comunismo. Como resultado, los ricos son más pobres y los pobres son más ricos que en el capitalismo y el comunismo prácticos, respectivamente. El sistema garantiza mayor justicia económica para el grupo, mientras la economía funciona, a expensas de individualidad y sentido de comunidad, y con la autoestima centrada en el desarrollo personal y cultural más que en el escalado social. Cuando no funciona, el sistema involuciona hacia el capitalismo de estado, donde tanto los ricos como los pobres se vuelven más pobres, siendo normalmente los pobres los que se llevan la peor parte, ya que la falta de dinero constituye un mayor porcentaje de sus bienes totales. La autoestima, por lo tanto, tiende a volverse baja para los ricos y muy baja para los pobres mientras el sistema no funcione.
La autoestima en Venezuela
En este aspecto se puede decir que la autoestima del venezolano presenta diferencias esenciales de triángulos, de procesos, de autoestima, de maneras de ser, sentir y pensar que crean la dualidad, las paradojas, la no ecología, la no conciencia, lo a sistémico en carne viva, porque hay venezolanos enterrados en su negación de crecer y hay venezolanos creyendo en el derecho a ser, poder y tener. Cuando se comenta sobre valores y normas, se está refiriendo al desarrollo ético del venezolano. Es imposible, con tanta confusión, tener claridad y poder definir cuáles son los verdaderos valores y la esencia ética del venezolano, ya que los valores de éste proceden de diferentes fuentes.
Dentro de éste contexto, el venezolano marginal dice una cosa y hace otra. Total, que el venezolano vive informalmente, dualmente, entre el valor y el no valor, lo ético y lo no ético. Nuestro sistema educativo ha perdido visión y mística. Todo nuestro sistema educativo es marginal. Los programas, los sueldos, los sitios de trabajo, lo recursos, la preparación y la atención del personal como personas dignas. Educar es descubrir potencialidades y orientarlas hacia lo concreto del país. Para educar hace falta haber sido educado, haber crecido. Hay maestros con mística a quienes debemos reconocimientos y los hay de visión y autoestima.
Es por esta razón que el venezolano debe tomar conciencia de que la educación y crecimiento sería lo único que haría romper su existir y sentir marginalmente; con conciencia de sí mismo y de contexto social, está encontrando más y más alternativas para enfrentarse a todo lo que llamaríamos maltrato generalizado: paquetes económicos, inflación, operativos policiales, círculos de estudio, entrenamiento, cooperativas, educación continua, grupos de acción, educación popular, otros. Éstos cambiaron las necesidades, los contextos y los comportamientos. El venezolano se ha quedado detenido, desatendido y desesperanzado.
A parte de todo lo antes descrito, se le agrega, que cuando no existe una conciencia clara de las necesidades y de capacidades propias, resulta difícil saber qué camino agarrar, cuál dirección darle a la vida, qué cosas concretas se quiere, con el fin inmediato de optimizar la vida, vivir. Vive a la intemperie. No planifica, ignora recursos y alternativas. Le interesa más la posesión de algo que ser dueño de sí mismo. El venezolano, olvidado de sí, no visualiza cómo será dentro diez, quince años.
El venezolano, toma poco en serio las cosas, no teme al peligro, busca figurar, le gustan los reconocimientos, las condecoraciones, los halagos, otros, sin importarle que no los haya merecido o que el mérito sea de otra persona; es creativo e ingenioso; es hipócrita, tiene doble cara, por delante dice una cosa y por detrás hace otra; propone, promete o recomienda cosas, pero no hace lo que promete o recomienda, le cuesta mantener continuidad en lo que emprende, es bueno para las campañas cortas, para los operativos, pero no para los trabajos a mediano y largo plazo; conformista, espera que otros tomen la iniciativa ante los problemas; prefiere que otros hagan las cosas; desordenado, indisciplinado, poco previsivo e improvisador; le gusta vivir el presente, sin planificar el futuro ni preocuparse mucho por él; no tiene sentido del cuidado y el respeto, le encanta sacar ventaja sin esforzarse, le gusta ser libre (una libertad a su manera, no le gusta que lo controlen, no le gustan las normas, su excesivo amor a la libertad lo lleva a la anarquía, a irrespetar la ley y a someterse a la autoridad con dificultad); es tolerante consigo, pero exigente con los demás. En cuanto a objetivos de país.
Desde luego, no se debe olvidar además en este análisis, que Venezuela es un pueblo llamado a grandes destinos. Ha habido siempre en Venezuela la convicción de que se va a realizar algo grande, nuestro pueblo habiendo ya jugado un papel en la historia, podrá hacer grandes cosas. Nos hemos contentado con la retórica, con ver el porvenir en el papel de imprenta.
No se puede ignorar tampoco que el país en varias oportunidades ha ido a la deriva, con planes de emergencia, con operativos, con una gerencia sintética basada en la informalidad misma de nuestro acontecer. Se da mucha la improvisación. Se manifiestan grandes contraposiciones en la actuaciones de sus gobernante, se nota poca unidad integración total del su gente en pro de sacar al país adelante. Mucha división, oposición que deja mucho que decir, ausencia de liderazgo de cultura política.